17.9.14

Aprenda a surfear

Dicen las malas lenguas (borrachas) que el surf es un estilo de vida. No es vivir en la playa (ya quisiéramos muchos aun así), va mas allá de eso. Otros dicen que es esperar la Ola (con mayúscula), ese momento en la vida en donde nos fusionemos con nuestro medio, que nos convirtamos en parte de... y no solamente espectadores. Surfear es no aspirar a mucho, saber que lo bueno que nos corresponde llegará en su momento y sabernos capaces y preparados por ése ansiado instante de la vida en que tenemos miedo de sumergirnos... La vida nos ofrece una disyuntiva, sumergirnos o deslizarnos. Luchar a contracoriente o proveernos de lo que nos rodea. En cierto modo, saber montar la ola es como utilizarla, pero si no sabemos comportarnos, el castigo tiende a doler (o matar). El chiste, la razón de esa broma llamada vida es el cómo la afrontamos. Al finalizar, buscaremos ese sentimiento de aventura de cuando haces algo alocado por el gusto de hacerlo. Surf es pasión, son olas que vienen y van, corrientes y espuma ardiente. Es piel quemada, arena que no deja de pegarse. Momentos y momentos. Sonreir es una forma de vivir el surf. Es un recurso del explorador que busca por fuera lo que tiene dentro y se desborda. Pasión es surf. Son ritmos cadenciosos, tragos amables y chicas en bikini. Es viajar por espacios desconocidos, es descubrir nuevos mundos, tantos que a cada segundo el mundo será único e irrepetible. Como las olas. Asi como la vida escogió que tengamos la oportunidad de vivir... Surfear es convertirse en otro, en ese mentado "uno mismo" del que tanto hablan, y si es necesario, utilizar máscaras para eso. Para saber que existe alguien dentro, y alguien fuera. Convertirse en cohete interestelar, viajar por las estrellas que rompen como pompas de jabón... y saberse parte de esa gran marea.

Va por una ola en el desierto!
Para ser surfista, tal vez sea necesaria una tabla. Yo lo veo como ese apoyo que funciona para que te caigas mil veces de una forma divertida y que te ayude a subirte de nuevo. Aunque hay quien surfea sin tabla. Lo imprescindible es el buen humor; si se toma la vida en serio, te darás unos madrazos que la sacudida te aturdirá como el eco de una patrulla a media noche. Entendamos un poco el rumor de las olas, no dicen nada y se vuelven en el todo, el sonido, la orquesta, la pista de baile, el trago donde saborearemos una sola victoria a costa de miles de fracasos. Persistencia. La meta no es llegar a algún lado, al contrario... borrar huellas y comenzar un ciclo. Espirales, como tubos, perseguir la salida y no te preocupes, de algún modo llegará. Y si no, serás otro héroe cruzado, uno tritón más en el ejército más pacífico que existe. Estás ahí, solitario, eres tú y el mar. Del otro lado, está el mundo con sus cosas, con sus políticas y sus economías, con sus preocupaciones y sus propios vaivenes, con distintas y a su vez semejantes mareas. Eres tú y el oceáno. Callados, silenciosos... y explosivos, solo habrá que esperar el momento. Ríes, porque es el único eco de una felicidad que se deduce por tu sonrisa amarillenta. Entonces, te das cuenta de la encrucijada: convertirte en un autómata robotizado, en un monstruo mutante o en un viajero espacial.... cada ser humano elige entonces su propia naturaleza...

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