
Danzarines, bajo la rueda del tiempo
las nubes se dispersan
cuando el alma está un poco inquieta.
Solar, viento acurrucado en los árboles,
acompaña la bestia que brinca,
que baila, que lucha en los pies.
Una bestia que recorre el cuerpo,
a veces inerte, y otras tantas como rayo.
Semillas impresas en aguijones y guijarros,
un río de arena, de hormigas rojas
y espinas adoloridas.
El águila crece, indemne a nuestros errores,
se da vuelta en el cielo del mundo; mientras,
el agua revolotea juguetona con los pies.
Un huizachito a lo lejos en el cerro,
voltea sus secas ramas:
una conexión con la naturaleza es el gozo de la danza.
Abriendo camino,
los de atrás se van rotando con los de adelante.
Nadie va al frente.
Emite un gruñido,
come un corazón con el esfuerzo,
brinca varios mundos a la vez
y transfórmate en la misma bestia.
Siente su dolor, absorbe su sabiduría
y desmorónate un poco,
¡grita!
el cansancio se ira a descansar de tí.
Ave, vuela rondando aquellos parajes,
acecha en círculos por el pedrerío.
Dame un despojo de tí
y besaré esta tierra.
Ave, dame un poco de tí,
endulza la negra conciencia
para llevarme lejos,
tan lejos que estaré más cerca de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario